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Las articulaciones sacroilíacas se encuentran en la base de la columna vertebral. Estas articulaciones conectan el sacro de forma triangular con la cadera a cada lado de la columna vertebral.
La articulación sacroilíaca tiene forma de C y solo tiene de uno a dos centímetros de ancho. Está revestido por una fina capa de tejido que produce líquido sinovial, que lubrica la articulación y permite un movimiento suave entre las superficies articulares.
Una extensa arquitectura de ligamentos duros y resistentes ayuda a estabilizar y sostener la articulación sacroilíaca desde la parte delantera y posterior de la pelvis. Estas articulaciones que soportan el peso son fuertes y estables, ya que proporcionan soporte para toda la parte superior del cuerpo.
Ayudan a absorber y distribuir las fuerzas dirigidas entre la columna vertebral y las piernas. Las articulaciones pueden llegar a doler debido a un traumatismo crónico o a una lesión aguda.
El dolor de la articulación sacroilíaca es similar a la ciática y generalmente se siente en la parte baja de la espalda, los glúteos y el muslo, junto con una sensación de debilidad e inestabilidad durante ciertos movimientos o actividades.
Debido a la compleja anatomía y a las diversas funciones de las articulaciones sacroilíacas, los síntomas pueden variar según el tipo de disfunción.
Las causas más comunes de dolor en la articulación sacroilíaca incluyen la inflamación de la articulación, llamada sacroileítis, o un movimiento anormal de la articulación, como un movimiento excesivo o muy poco movimiento en la articulación.